lunes, 12 de marzo de 2012

El otro corazón ...













El otro corazón
el que fue bueno,
se dejó resbalar y tocó suelo.

Suelo arrastrado,
fingido enamorado de su sangre
que se acercó hasta él
voraz en su lamento,
que le esculpe los sueños derramados,
en viajes recorridos al alba,
que acaban sobre el suelo
abandonados.

El otro corazón
el destruido, malévolo y ansioso de venganza,
aplaudió con fervor tamaña hazaña
del suelo que arrastrándose en sus voces
fue hiriendo el corazón con su guadaña.

Y pisó a su mitad de agua oscura
que desteñía en rojo y en morado
la luz, tan débil  y tan fría.
La que olvidó la luna alguna noche
donde el sudor del mar se adormecía.

Corazón de  mitad a mitad vive,
perdura un día
y al otro se desploma
entre el rugido de aquella risa breve,
que escapó de una boca que moría.

El otro corazón ...
el que fue bueno,
consiguió regalarse sangre nueva.

El malvado, el ínclito, el taimado,
y aún así corazón
de una mitad de vida,
se desapareció sin Sol a ras de suelo,
fingido enamorado en su porfía
que aprestaba su boca nuevamente,
para engullir la sangre enrojecida.

El otro corazón,
el que aún me falta,
se despidió despacio, despacio... el otro día.