viernes, 25 de noviembre de 2011

Esperando la huida





En pertinaz huida, en desalojo.


Cual yerma tierra
desprovista del alma
que era suya,
ocultando el dolor
con lágrimas pausadas
de tránsito y enojo.

Viajando al vacío de la tierra
por el hueco sin agua
que se yergue
para insultar al miedo que aparece ...
¡y desobedecerle!.

De calor desecado
que vive victorioso,
están adormecidos
los oscuros rincones,
esperando la huida,
los destrozos ...
la palidez del cuerpo
que se arrastra
intentando beber
grietas de tierra,
para adornar el sueño y la mirada.

Un hilo de razón
casi sin prisa,
se desliza y se aprieta
en bocanadas,
donde se pierde el agua
que no existe,
donde existe el silencio
que se acaba,
donde se ocultan el eco
y la sonrisa.

Hundiéndose los gritos ... amanece.
De nuevo hacia los ríos secos
de aguas peregrinas sin consuelo,
que se esconden
debajo de este suelo
que abre su boca y ríe
entre mil risas,
y absorbe las caricias de los besos.
Y desnuda a la tierra ... y se aplasta ...
y se quiebra ...
dejando quieto el ruido
que desciende
en busca del lamento
que hace heridas.

Y aún por otra vez
se queda quieto...
¡esperando la huida!

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Hache dos o ...

Fría, cálida, distinta ...
en aventuras rozando
la piel del cuerpo esperado,
y esperando su retozo
en dibujos prisioneros
sobre prismas de una estrella.

Fogosa, fugaz, pausada,
impertinente, atrevida ...
paseando sin pudores
por desnudeces dormidas,
para vestirse después
de reflejos transparentes
de luces atravesadas,
de sombras desconocidas,
de pasos de alcobas blancas,
de bosques de lluvia fina.

Es verde mar,
azul cielo.
Fuego rojo
de luz de luna caída,
abrazando, suspirando,
con risas de noche pálida,
en baile de danzarina.
Veloz resbalando presta.

Lenta en susurros deshecha.
Dulce el sabor en los labios,
al amanecer besando
caricias de noches viejas.

Pasa, pisa, corre, deja ...
se mira en su propio espejo,
alarga sus dedos húmedos
por cada pliegue pintado
que su voz aún sujeta,
descendiendo, recorriendo,
cayendo como sin prisa
por la piel,
que siempre esclava,
adorna con su perfume
los días y las ausencias
que delimitan los tiempos,
norte y sur de sus lamentos,
en boceto apresurado
de su eterna silueta.

Brota, surge, se detiene,
busca, escucha, se lamenta.
Arrobada deja el rastro
de su mirada coqueta.

¿Blanca ? ... ¿Negra ? ...
Sin sabor,
sabiendo a nada.
Sin color,
en mil pintadas.
Sin olor,
y con aromas
de alguna niña traviesa.
Agua ... agua ... agua.