miércoles, 6 de abril de 2011

Los Menceyes no vuelven ...






A tantos pasos de ti se me han ido acabando las preguntas y las respuestas.
Ciclo de rastros que se pasean por cada poro de la piel que un día fue tuya. Una piel desierta ya y sin anhelos. No tengo las verdades ni las mentiras que puedan hacer que escuche tu regreso.
Los Menceyes no vuelven.

Sólo me queda la espera, de que alguna vez exista un recuerdo en tu cabeza, donde aparezca mi figura y seas tú, el que se imponga una nueva búsqueda de esta pequeña princesa que se anda muriendo.

Cada nuevo Sol, me aparezco ante el espejo de un mar que abrigó mis pasos y supo de mis dudas y de todas mis penas.
Asuntos que ahora están destruidos, desaparecidos, ausentes de los días que andan en espera de que llegue a vivirlos. No me tengo en pie, sin la ayuda constante de esos años donde se unieron las rutas desatadas, las locas risas de los ojos, las palabras fugaces que sabían escucharse sin más sonido que el de unos labios aún por abrirse.
Lunas abrazadas.

Luces de mares en la noche.

Manos que se dejan, para que otras manos las encuentren...

Ya no está el ruido de tu silencio dulce.

Ya no estas tu.

Desde ya algún tiempo, no estas.

Un Mencey vencido me pareces.
Vencido por rutinas, por falsas verdades, por sutiles roces de esa gente que vive y se desvive por dañar.
Vencido, por que en el abandono, no existió ni un ápice de resurgir y "ser".

Ser un rey.
El que debía.El que supo llegar y conquistar.
El que estuvo para dar los abrazos.
El que besó los labios de gozo y los de miedo...
Se ha desaparecido en ese mar de nubes que escucha su añoranza.
Un mar de nubes que reclama su tiempo, allá por donde pasa. Vestigios de una tierra, que en apariencia está en olvido, pero reclama sus límites cada minuto de viejos años de vida regalada de eterna primavera, dejando atrás las lágrimas preciosas de unos ojos dormidos en sueños de princesa.
La princesa de un guanche, que fue.
Y los ojos olvidados al lado de las manos. Y los labios perdidos a lado de palabras. Y las pequeñas cosas escondidas al lado de ratos destruidos y ya desperdiciados. Los Menceyes no vuelven, lo se. Y aún así...
A lo lejos se aprecia un rastro diminuto y débil, que parece que quiere acercarse...pero no llega.

¿Hasta cuándo debo esperar para saber si estás ahí ?
¿Hasta cuándo es responsabilidad mía seguir y seguir y seguir ...?
¿Hasta cuándo no vuelven los Menceyes ?

Si alguna vez ha existido algo que no sea otra cosa que un capricho, este es el momento.

Un extraño, pero decidido momento para saberlo, porque ya estoy perdida y en silencio, sin más asunto que una rutina estúpida que me gasta el alma y la paciencia.

¿Hasta cuándo Mencey,vas a dejar de serlo ?

¡ Yo ya no soy princesa desde hace tanto tiempo !

Me reclamo entre segundos locos y ya nunca me encuentro vestida de princesa.
¡Qué dulce sentimiento cuándo lo tuve cerca!.
¡Qué tonta al mantenerlo!

Los Menceyes no vuelven...¡ lo sé !